viernes, 20 de noviembre de 2015

Los que llegan II


Además de trabajar más duro que el resto y haber tenido lo que Fernando Trías de Bes y Álex Rovira llaman “buena suerte”, los que llegan prestan una increíble atención, casi obsesiva, a los detalles. Es un requisito necesario aunque no suficiente para el éxito. Hay detalles –tonterías para algunos– que son indicadores bastante precisos del rendimiento futuro.

Pero es que si no eres capaz de escribir un plan de negocio sin faltas de ortografía, ¿vas a ser capaz de montar una empresa de éxito?

Si no eres capaz de enviar tu cover letter dirigiéndote a la empresa correcta (y lo he visto varias veces), ¿vas a ser capaz de trabajar en esa empresa?

Si no eres capaz de asumir un stop (sin convertirlo en un día de locura), ¿vas a ser capaz de ser trader?

Si no eres capaz de, siendo chef, mantener tu cocina limpia, ¿vas a ser capaz de conseguir una estrella?

Si no eres capaz de asumir que no lo sabes todo y dejarte enseñar, ¿vas a ser capaz de mejorar?

Decía Emilio Duró que solo viendo cómo alguien sube las escaleras ya sabe si le contrataría o no.

Los que llegan, además de esa increíble atención al detalle, son humildes para aceptar que su idea no es la mejor y cambiarla.

Como ejemplo el caso de Henrik Orgreen: en 1997 crea una marca de gafas de sol de lujo en Copenhague –Orgreen Optics– con dinero de familiares, amigos y bancos. Las gafas están diseñadas en Dinamarca y hechas a mano en Japón con materiales de la más alta calidad como el titanio beta.

Pero los largos inviernos escandinavos jugaron en su contra y varios años después, a punto de cerrar ahogado en deudas, le sugirieron probar con gafas de vista. Con los pocos recursos que le quedaban, cambió su idea original y relanzó la marca en 2002. Ahora Henrik es millonario.

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