Fuente: https://orgreenoptics.com
Además de
trabajar más duro que el resto y haber tenido lo que Fernando Trías de Bes y Álex
Rovira llaman “buena suerte”, los que llegan prestan una increíble atención,
casi obsesiva, a los detalles. Es un requisito necesario aunque no suficiente
para el éxito. Hay detalles –tonterías para algunos– que son indicadores
bastante precisos del rendimiento futuro.
Pero es que si no
eres capaz de escribir un plan de negocio sin faltas de ortografía, ¿vas a ser
capaz de montar una empresa de éxito?
Si no eres capaz
de enviar tu cover letter
dirigiéndote a la empresa correcta (y lo he visto varias veces), ¿vas a ser
capaz de trabajar en esa empresa?
Si no eres capaz
de asumir un stop (sin convertirlo en un día de locura), ¿vas a ser capaz de
ser trader?
Si no eres capaz
de, siendo chef, mantener tu cocina limpia, ¿vas a ser capaz de conseguir una
estrella?
Si no eres capaz
de asumir que no lo sabes todo y dejarte enseñar, ¿vas a ser capaz de mejorar?
Decía Emilio Duró
que solo viendo cómo alguien sube las escaleras ya sabe si le contrataría o no.
Los que llegan,
además de esa increíble atención al detalle, son humildes para aceptar que su
idea no es la mejor y cambiarla.
Como ejemplo el
caso de Henrik Orgreen: en 1997 crea una marca de gafas de sol de lujo en Copenhague
–Orgreen Optics– con dinero de familiares, amigos y bancos. Las gafas están
diseñadas en Dinamarca y hechas a mano en Japón con materiales de la más alta
calidad como el titanio beta.
Pero los largos
inviernos escandinavos jugaron en su contra y varios años después, a punto de
cerrar ahogado en deudas, le sugirieron probar con gafas de vista. Con los
pocos recursos que le quedaban, cambió su idea original y relanzó la marca en
2002. Ahora Henrik es millonario.
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