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viernes, 11 de septiembre de 2015

Cómo llegar a la City

Muchos me habéis preguntado cómo llegar a la City. Hay algunos requisitos que te ponen –lo que los ingleses llaman– "el pie en la puerta": dónde has estudiado, dónde has trabajado, etc. Pero una vez allí, sigue habiendo cientos de candidatos válidos y lo que realmente marca la diferencia es la actitud.

En realidad son pequeños detalles, muy sencillos, pero que casi nadie hace.

A los eventos a los que asistí como empleado, coordinando –en algunos casos– el proceso de selección, siempre decía a todos los candidatos lo mismo: “Preocúpate de enviar un email para que recuerden tu nombre, ve a conocer a las personas con las que vas a trabajar más de 12 horas al día”. En resumen, muestra interés.

Pues bien, en los eventos siempre había más de 50 personas, pero nunca se recibían más de 4 o 5 emails de follow-up. Y aún menos, alguien nos pedía tomar un café para saber más del trabajo al que iba a dedicarse en cuerpo y alma los próximos años de su vida.

Eso sí, currículums se recibían cientos.

El último Summer Associate que contratamos fue un chico que, sin tener el mejor currículum, mostró más interés y superó no sólo las entrevistas y requisitos técnicos, sino también gustó como persona a todos los que le conocimos (lo que sería de algún modo el “test del aeropuerto”).

Si lo piensas bien, éste es el mismo criterio que se usa para todo en la vida: pareja, amigos… gente con la que te gusta estar incluso en la peor de las situaciones (por ejemplo atrapado en un aeropuerto). Así que procura ser una persona con la que sería interesante, o al menos agradable, estar en cualquier situación. Y si quieres llegar a la City, ¡muestra interés!

viernes, 27 de marzo de 2015

Cómo preparar (bien) una reunión de negocios

Desde que comencé mi carrera profesional, he asistido a un sinfín de reuniones de equipo, con clientes, inversores... En dichas reuniones, he cometido algunos errores (y visto demasiados). Así es cómo se prepara una reunión importante:

  • Asegúrate de que sea totalmente necesario reunirse, muchas veces se puede solucionar con una simple llamada. No pierdas el tiempo. Ni lo hagas perder.
  • Si es la primera vez que os reunís, averigua todo lo que puedas de la persona en cuestión. Sobra decirlo pero Google, Linkedin, Twitter y compañía son tus aliados. Si tiene web o blog le echas un vistazo.
  • Prepara los objetivos de la reunión y puntos a tratar. Si quieres marcar un gol, envíalos a todos los asistentes –junto a cualquier otro documento relevante– unas horas antes.
  • Establece la hora de inicio y, sobretodo, la hora de final.
  • Tu tiempo y el del resto de asistentes es oro. Trátalo y respétalo como tal.
  • Asegúrate de que todos los elementos que vas a usar funcionan. Aunque lo hayas comprobado, ten siempre un plan B. Los proyectores fallan en el último momento, los ordenadores se cuelgan y no quieres que tu profesionalidad se vea dañada por un imprevisto previsible.
  • Lleva soluciones, no problemas. O tú serás el problema.
  • Llega puntual. O mejor, llega 10 minutos antes.
  • Libreta y bolígrafo, siempre.
  • Espero que no haga falta decirlo pero apaga-el-móvil.
  • Deja que la otra persona se presente, que hable de quién es y qué hace (aunque tú, si has hecho bien los deberes, ya lo sepas).
  • Pregunta y escucha. Muchas veces las respuestas están ahí.
  • Anota todo lo relevante. No vale con tener buena memoria. Anótalo.
  • Si hay alcohol, no te pases. No querrás ser el que se emborracha con clientes, muestra una clara falta de profesionalidad (y de amigos).
  • Si hay comida –y no eres el más importante de la mesa– no pidas lo más caro. No quieres ser recordado como el becario que pidió langosta (caso real).
  • Si hay una cuenta que pagar, la pagas tú.


“La vida se decide en unos pocos momentos. Éste es uno de ellos.” Bud Fox justo antes de entrar, por primera vez, al despacho de Gordon Gekko.

viernes, 13 de marzo de 2015

Por qué dejé un trabajo de seis cifras

Hoy es un día de sensaciones encontradas. Me siento afortunado por el camino recorrido hasta escribir este post, pero también siento vértigo. Vértigo porque hoy hace exactamente un año que dejé mi trabajo. Un año sin pisar una oficina. Un año sin ponerme una corbata.

Después de casi diez años trabajando en Finanzas, había conseguido uno de mis objetivos: ser Trader en uno de los grandes bancos de inversión de la City. Co-gestionaba un book de índices globales, es decir, posiciones en más de 30 países, más de 30 divisas y todas las zonas horarias posibles. En mi segundo año, fui elegido como uno de los 20 mejores Asociados para participar en un programa de liderazgo. También coordiné procesos de selección y realicé entrevistas a candidatos de las más prestigiosas escuelas de negocio (la última: London Business School).

Pero no era feliz. No tenía tiempo para estar con mi familia y amigos, ni siquiera con mi chica. No tenía tiempo para hacer deporte ni tener hobbies. No tenía fines de semana. Incluso me cancelaron vacaciones. No tenía tiempo para seguir aprendiendo ni para desarrollar mis pasiones. Ni siquiera para dormir más de 4 o 5 horas al día.

Pensé que encontraría la excelencia, que estaría rodeado de gente que me inspirase, pero no. Cuando llevas un tiempo en este tipo de organizaciones, te das cuenta de que a los malos los echan, los buenos se van y los mediocres son los que se quedan.

Un día corriendo por mi ruta favorita de Regent’s Park –que no frecuentaba demasiado– imaginé cómo sería mi vida 5 años más tarde. Me vi haciendo lo mismo, rodeado de la misma gente, sin fines de semana, sin tiempo para las personas que quiero, sin tiempo para viajar, sin pasiones. Sin vida.

Si ese trabajo era el éxito, ese éxito no lo quiero. No es para mí.

Así que decidí poner fecha de caducidad a mi estancia en Londres que acabó, por cosas del destino, justo después de que me ascendieran.

Si te has visto reflejado y quieres saber si hay esperanza, mira la cara de tu jefe y la del jefe de tu jefe porque, con un poco de suerte, en unos años ése serás tú. Si te gusta lo que ves sigue ahí, sino huye. Sal corriendo. Da un portazo y no mires atrás.

No elijas el camino fácil, porque a esta vida hemos venido a jugar. El primer premio es para los valientes.

viernes, 20 de febrero de 2015

Arriesga

Hace unos días me preguntaron qué carrera profesional recomendaría. No es una pregunta sencilla. Me hizo reflexionar sobre los cambios que se avecinan en el panorama empresarial. Aquí va mi respuesta.

No sé qué sector será el mejor para ti, para tu caso concreto. Lo que sí sé es que hay sectores que van a cambiar, y mucho. Por ejemplo, los bancos, los supermercados, los centros comerciales, en pocos años habrán desaparecido. Al menos, tal y como los conocemos hasta ahora. Así que no aspires a entrar en sus servicios centrales porque no estarán contratando.

Pensarás que no es posible, que no puede pasar, pero ¿alguien recuerda las tiendas de discos?

En el caso de los bancos, el meteorito será “Google Bank” (el nombre dará igual pero esa es la idea). Cuando llegue, los actuales bancos desaparecerán –como los dinosaurios– y serán reemplazados por bancos online más rápidos y baratos.

Estoy de acuerdo con Marc Andreessen. Las transacciones financieras son sólo números. No se debería necesitar 100.000 empleados, edificios enormes en las zonas más caras y una infraestructura tecnológica con más de 20 años para realizar un pago online.

PayPal puede realizar un credit score basado en tu historial de eBay en milésimas de segundo y el resultado es más preciso que el obtenido por los sistemas de riesgos de muchos bancos. Y existen muchas más fuentes de información similares: historiales de tarjetas de crédito, comportamiento en redes sociales, etc. Conozco a mucha gente, tanto en grandes compañías de internet como en start-ups (todas fuera de los bancos), intentando usar esa información para realizar scorings más rápidos, objetivos y precisos.

En cuanto esos modelos de riesgos sean estables y escalables, los Hedge Funds pondrán el dinero para dar esos créditos.

También hay muchas start-ups buscando que nuestras inversiones sean mucho más justas, transparentes y con menos comisiones que un banco. Algunos ejemplos son: Betterment (gestión de activos de acuerdo a nuestro perfil) o Robinhood (un bróker sin comisiones).

Respecto a los supermercados y centros comerciales pasará algo similar, cada vez iremos menos a la tienda física y haremos la mayoría de nuestras compras por internet. En mi último año en Londres, no fui al supermercado ni una sola vez gracias a Ocado.

Así que olvida la posibilidad de entrar en una de las grandes multinacionales actuales y tener un trabajo “garantizado” de por vida. No tomes una decisión que marcará tu futuro mirando quienes son los grandes ahora, mira hacia delante, a los próximos cincuenta años y decide.

Arriesga. Elige trabajar en Robinhood, Ulabox, Amazon. Y en unos años, me cuentas.